domingo, 23 de agosto de 2009

ÉRASE UNA VEZ EN SUIZA...

Unos meses antes del verano empezamos Ismael y yo a pensar dónde íbamos a pasar las vacaciones del 09… y decidimos que ya era hora de visitar un país al que le teníamos tantas ganas como es Suiza, ese pedacito de tierra centroeuropea que va a su puñetera bola jeje. Quizá por eso nos llame tanto la atención, porque es especial, por el civismo de sus gentes, por su mezcla idiomática y cultural, y sobre todo por esos prados verdes, esos lagos de aguas transparentes y turquesas, y esas gigantescas montañas.
Nos pusimos a buscar información sobre el país, sobre sus diferentes zonas y lo más destacado de cada una de ellas, su moneda, su normativa, su sanidad, etc., y descubrimos su maravillosa web www.myswitzerland.com. Es increíble lo completísima que es, lo clara que pone la información, sus links, sus mapas interactivos y su facilidad y rapidez para enviarte a casa todos los folletos y mapas que consideres de interés.
Una vez con toda la información delante, nos dimos cuenta de que hay tantas cosas que nos gustaría ver que es imposible abarcar todo, así que fuimos seleccionando lugares y acabamos apartando las zonas del Ticino y Grisones, que pegan a Austria e Italia. Tuvimos que decidir entre viajar en avión y alquilar coche y alojamientos como para estar recorriendo Suiza durante unos 20-25 días, o viajar en coche desde Getafe, y adivinad que acabamos haciendo…

12 Julio: Madrid-La Jonquera

Nos pusimos en marcha el 12 de julio, sin prisa y con el coche como si fuésemos marroquíes camino de Algeciras… pero comprobamos una vez más que el Ibiza es nuestro gran 4x4. Bajamos los asientos para cargar equipaje, cachiperres de escalada y ferratas, cachiperres del montainbaik y enseres de camping; bicis al techo y alehop!. Tras unas 8 horas de viaje nos dieron las 21h en La Jonquera, así que optamos por buscar un sitio donde dormir. En un principio pensábamos pasar la noche en alguno de los hoteles de carretera franceses, pero entre que buscábamos un sitio donde pudiésemos guardar las bicis y que no tenemos ni papa de francés, seleccionamos la opción de dormir en tierra española al menos ese día. La verdad es que La Jonquera no parecía el mejor sitio… pero entramos en el hotel As Porta Catalana que está justo en el área de servicio que hay antes de la frontera y nos pareció genial, muy moderno, limpio, bastante nuevo, con wifi gratis (para elegir los camping donde nos íbamos a quedar en Suiza porque aún no lo habíamos decidido…) y una habitación donde nos guardaron las bicis sin problemas bajo llave… todo por 70 euros!. Dicho esto, decidimos cenar e irnos a descansar, que aún nos quedaban unas cuantas horas hasta Ginebra el día siguiente.

13 Julio: La Jonquera-Ginebra

Dormimos como bebés y al día siguiente tras un montón de Km atravesando Francia por sus autopistas llanas y sin vistas de 130 Km/h y unos cuantos peajes (para sufrimiento de nuestro bolsillo), atravesamos la frontera, nos toca pagar la viñeta para circular por las autopistas (40 francos por todo un año), y llegamos a una Ginebra caótica en cuanto al tráfico se refiere. Menos mal que Ismael llevaba GPS en el móvil, porque llegar hasta el albergue hubiese sido una locura. Teníamos reservada habitación para pasar una noche y conocer la ciudad. La habitación era enana, pero estaba limpia, y pudimos meter el coche en el garaje del albergue (10 francos; en Suiza todo es zona azul, así que es mejor opción), y las bicis en la habitación de las bicis (por otros 10 francos para depósito que luego nos devolvieron sin problemas). Bajamos hasta el Lago Lemán andando, pero cuando empezamos a ver lo visitable y la facilidad para moverse en bici no dudamos en volver al albergue para subirnos a las dos ruedas. Lo de recorrer la ciudad a los pies del Lago Lemán sobre las bicis de enduro tenía su puntito jeje. La gente tomaba algo tumbados en el césped a la orilla del lago, otros recibían clases de tango un poquito más allá, y nos cruzábamos con mogollón de ciclistillas!!, ya estábamos entrando en ambiente!!.

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Bordeamos el lago hasta el famoso chorrete o Jet du Eau, y vimos anochecer desde este punto. La puesta de sol fue bastante chula.

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Ginebra nos dió para poco, así que tras la cena nos fuimos a dormir, al día siguiente nos dirigiríamos hacia Montreux, nuestra siguiente parada.

14 Julio: Ginebra-Montreux-Gruyeres-Friburgo-Interlaken

Salimos de Ginebra dirección Laussane y Montreux, donde paramos. Aparcamos en el parking que hay justo en el Castillo de Chillón, pero se nos presenta la primera dificultad. El parking es de límite horario con disco azul, y no tenemos el dichoso disco ni sabemos donde se consigue… Les preguntamos a una pareja de suizos (o eso nos parecían…) y al final nos acabaron regalando ellos el famoso “disco azul” porque tenían dos en su coche, qué suerte y qué majos!!, y qué bien nos estamos entendiendo con el english!! (y eso que el nuestro es justillo jeje). Cuando la zona de aparcamiento es de “disco azul” no pagas, sólo tienes que poner la hora a la que aparcas (el disco lleva como un relojito de cartón) y respetar el número de horas que puedes permanecer aparcado (lo pone en las señales del parking, 1h=1St o studen). En unos aparcamientos te permiten estar una hora y en otros 6h, eso depende de cada zona. En este de Chillón creo recordar que el máximo era 4St.
El castillo es precioso, a los pies del lago Lemán (pero en la orilla contraria a Ginebra) y de las montañas. Bajamos las bicis de la baca y nos vamos a ver la ciudad ciclando por un bonito paseo que hay bordeando todo el lago. El paseo está señalizado como ruta para patines, pero se puede ir caminando o en bici que no pasa nada, hay un montón de gente así.

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Llegamos a donde están las casitas, el mercadillo, y la estatua de Freddy Mercury (Dios salve a la Reina!); con razón Montreux les sirvió a Queen de inspiración para escribir “It must be heaven”, el panorama es precioso.
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Tras unas cuantas fotos regresamos al coche, aquí dejo una bonita panorámica final.

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Nos dirigimos a Gruyeres, el pueblo originario del famoso queso. Una carreterita estrecha nos lleva hasta un aparcamiento al aire libre (donde no hay que pagar) que está a los pies de este pueblo típico de montaña amurallado. El pueblo está en alto, así que nos subimos a las bicis de nuevo y nos disponemos a meternos entre pecho y espalda una señora rampa que transcurre entre praderas y vacas hasta las puertas de la muralla. Tengo buenas sensaciones, aunque he jadeado lo mío he conseguido llegar hasta arriba jupiiii!!!.

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El pueblo es precioso, una pequeña joyita a los pies del Moleson.

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Gruyeres es pequeñito, sus calles son empedradas, y sus casas de madera y encaladas todas blanquitas, es muy bonito y nos sorprende gratamente. Ha sido todo un acierto decidir desviarnos un poco de la carretera principal para verlo. Subimos al castillo y gozamos de bonitas vistas del pueblo, de las praderas, y del Moleson. Desde este pueblo están señalizadas ya varias rutas de vtt. Esta vez no era nuestro lugar elegido para rutear pero desde luego la zona tiene buena pinta.

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Regresamos al coche, donde nos sacamos esa maravillosa nevera eléctrica que nos hemos comprado (menudo acierto también) y nos preparamos una comidita a los pies de un árbol. Después, bicis a la baca y nos vamos para Friburgo.

Friburgo es ciudad universitaria, es más grande y está también en una colina. Aquí no hay nada llano, así que nos tocaría chuparnos unas buenas cuestecitas. Aparcamos en alto, junto a la torre de la famosa catedral de San Nicolás, en una plaza. A partir de aquí ya no volveríamos a usar el disco azul, porque sólo nos encontramos posteriormente parking de parquímetro. En unos metes el dinero y te sale el ticket (como en Madrid), en otros tienes que meter el número de tu matrícula, y en otros poner el número de plaza donde has aparcado. En cada zona se paga “x” por “x” número de horas, así que hay que leerse las instrucciones del parquímetro. Unos son gratis a partir de las 18h, otros de las 19h, otros de las 21h… En Suiza se paga siempre por aparcar, pero la verdad es que si comparamos los precios de los parquímetros con los de Madrid son baratos.

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Bajamos hasta el río, que va marroncete, damos un paseito por las orillas, atravesamos varios puentes medievales de piedra y madera, visitamos los lugares más turísticos y regresamos al coche. Menudas rampas tiene este pueblo!!!.

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Ponemos rumbo a Interlaken, zona de acampada prevista para pasar unos cuantos días.

Bordeamos Berna para llegar a Interlaken, pero volveríamos a visitarla al día siguiente. Dentro de Suiza las distancias son bastante cortas entre las ciudades importantes, y las carreteras son buenas, así que merece la pena montar algún que otro campamento base y moverse con el coche desde ahí.

A lo largo de la tarde llegamos a Interlaken, y acampamos en el camping Alpenblick2, que está justo antes de llegar, a unos 5 Km como mucho. Encontramos parcela “de coña”, porque no llevamos nada reservado y por lo visto en verano los camping se petan bastante. El camping es pequeñito, muy acogedor, tiene una cafetería-restaurante montado en una “tipi”, que es como una tienda grande modelo “indio”, con su hoguerita y todo, es muy chulo. Los baños, duchas, zonas de fregar, etc. son nuevísimos y modernos, todo está impecable. Aquí es donde empezamos a alucinar, me explico; los lavabos, fregaderos, etc son de acero inoxidable, y al lado de cada uno de ellos hay una bayetita para que cada vez que alguien lo use después lo deje limpito y seco. Impresionante, pero la gente usa las bayetas y está todo reluciente. Ahí no acaba la cosa… en cada ducha hay un aparatito de esos limpiacristales, y cada vez que alguien usa la ducha seca las superficies. Es alucinante!!, pero qué civismo tiene todo el mundo!!, da gusto!!.

Por otra parte, el camping está junto al lago de Thun, y sólo cruzando la carreterita nos encontramos con la orilla. Las aguas son transparentes , y hay escaleras para bañarse en el lago. La vista es preciosa, todo en silencio y nosotros solos. A los pies del lago tenemos una pradera verde perfecta para una tarde de baño, así que ese día no nos bañamos, pero lo haríamos otro día después de una ruta con unos calores importantes.

Ya vemos carriles bici por todas partes, así que cogemos las luces y nos vamos a Interlaken. Nos lo recorremos sobre ruedas. Se puede resumir a una calle principal llena de tiendecitas de cosas típicas (relojes, chocolates, navajas victorinox, souvenirs…), un pequeño centro antiguo lleno de casitas de madera, puentes de madera que cruzan el caudaloso río turquesa, flores en los balcones, una pradera enorme donde aterrizan millones de parapentes y poco más. Se nos hizo de noche, así que regresamos al camping, cenamos y a dormir, que al día siguiente visitaríamos Berna, Thun y Brienz.

15 Julio: Interlaken-Berna-Thun- Interlaken

Desayunamos y nos vamos a Berna. Todo está en obras, y tras unas cuantas vueltas acabamos aparcando en un parking subterráneo en pleno centro. Recorremos la ciudad antigua y medieval; la calle principal está toda empedrada, llena de fuentes doradas y de colores, millones de pequeñas tiendas y la bonita torre del reloj. La torre tiene un gallo que canta, y una especie de carrusel de osos que se mueven a una determinada hora (no me preguntéis cual porque ni idea…)

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Recorremos las calles principales y encontramos la oficina de turismo, que no está muy encontrable (está dentro de la estación de tren). Pedimos un mapa e información a ver qué hay que ver, pero resulta que hemos visto todo menos la caverna de los osos, que está junto al río. Nos damos otro paseo, nos asomamos al mirador de la ciudad que hay en el Parlamento desde donde hay una buena vista del río y de toda la ciudad baja, y llegamos hasta la caverna, pero mi gozo en un pozo, el oso se ha muerto hace unos meses y la caverna está en obras, así que ni hay oso ni nada. La verdad es que Berna no me ha parecido “tanto” como la fama la presenta.

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Cogemos el coche y nos dirigimos a Thun, pueblo que está junto al lago que lleva su nombre y un poco antes de llegar a Interlaken, que como su nombre indica está entre este lago y el lago de Brienz.
Thun es otro pueblo medieval surcado por el río y junto a su precioso gran lago. Está lleno de casas encaladas todas blanquitas y con madera, y por supuesto flores en los balcones. Caminamos a la orilla del río y a una noria, y en lo alto de una colina vimos el castillo, así que allá que fuimos.

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El castillo es como de mentira jaja, muy bonito y blanquito, y…. Está lleno de hombrecillos de la guardia suiza!!!. Parece ser que a todos los de la escuela militar los habían llevado allí, centenares!! Jajaja, todos vestidos como soldaditos de plomo, qué chulo!!. Cuando llevábamos un rato paseando por el pueblo repleto de trajes grises reparamos en que debían estar haciendo como una yimcana, porque corrían de un lado para otro con un papel en la mano como resolviendo pruebas. Era muy curioso.

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Nos tomamos un rico helado de “fragola” y “straciatella”, y cuando se nos “acabó” el pueblo volvimos al coche y regresamos al camping, a cenar, descansar y preparar nuestra primera ruta alpina en bici del día siguiente, que salía de Grindelwald y corría a los pies del gran Eiger y el Wetterhorn!!.

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