domingo, 18 de septiembre de 2011

22 Julio 2011: Grein – Melk, unos 52Km

Nos despertamos y… llueve!, finito pero llueve un día más. Empezamos a recoger como de costumbre, llevándonos el equipaje a lugar seco y desmontando la tienda desde dentro. Desayunamos bajo el techado del edificio de los servicios comunes y acoplamos las cosas a la bici seguidamente.

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Al salir del camping nos encontramos con una cola enorme de cicloturistas que están esperando a subir al transbordador que les cruce el Danubio para seguir la ruta por la otra orilla. Nos encontramos en la situación de esperar hasta que entremos en el siguiente barquito o volver contra sentido unos 2Km para cruzar a la otra orilla por un puente. Nosotros optamos por la opción “sin barco”, sólo íbamos a perder 4 Km respecto al resto del pelotón, así que…


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Esta zona nos vuelve a sorprender bastante, es muy montañosa y el río hace varias curvas, de manera que la senda ciclista serpentea entre bosques preciosos siempre cerca del río.
Hoy tenemos viento a favor, y aunque llueve fino la temperatura es muy buena, así que pronto nos desarropamos y ponemos el turbo. Más adelante nos encontramos con el resto de cicloviajeros, y comenzamos los relevos de los autos locos una vez más; es gracioso, les pasamos como una exhalación, pero cuando paramos a quitarnos el chubasquero o a mear nos pasan otros, y cuando ellos se paran les volvemos a pasar nosotros, es la risa, y todos debemos pensar lo mismo porque sonreimos al encontrarnos jeje.

 La ruta del Danubio se puede seguir por los dos márgenes del río según  los pueblos que quieras visitar……. O según quieras esquivar a la lluvia jeje. Nosotros, a la altura de Ybbs, nos metimos “por to lo malo”, dejando Persenburg y el sol en la otra orilla.
Vamos atravesando el pueblo y justo en una parte donde no podíamos resguardarnos nos empezó a caer el diluvio universal, vaya calada!!. Menos mal que no nos cayó a nosotros solos; justo delante nuestra iba un matrimonio con una niña de unos 7 años a la que por detrás y montada en su bici yo sólo alcanzaba a verle una coleta rubia entre dos alforjas como dos castillos, alucinante ver cómo una niña tan pequeña, y que apenas es capaz de manejar una bici que la supera en tamaño, rutea a 20km/h sin demasiado esfuerzo cargando con las alforjas llenas… a estos alemanes les ponen a tirar de la bici casi a la vez que aprenden a andar no me digas!!, no me extraña que cuando sean mayores lleven toda la casa a cuestas!.


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 Calados como sopas dejamos atrás las nubes y nos disponemos a secarnos con el viento. Menos mal que al menos no hace nada de frío y que las ortlieb son cojonudas! Totalmente estancas, un gusto.
Poco nos duró el secado rápido, porque unos Km más adelante me empiezan a caer gotas y le digo a Ismael: “Tira que me voy a poner la capucha y ahora te pillo”… y no me dió ni tiempo a ponerme la capucha! Menudo chaparrón de nuevo!!!. Mientras me termino de poner el chubasquero me pasa un pelotón de alforjeros, y al dar una curva me veo que Ismael se ha parado bajo un puente estrecho y altísimo, que resultó ser como un carril de vagonetas de una fábrica, el iluso se ha parado ahí intentando resguardarse… 
Mientras me acerco veo que todo el mundo le intenta imitar, y se ponen en fila india… y yo pienso: “¿qué coño hacen todos ahí si con el viento lateral que hace se están calando igual? Peeeroooo… ¿por qué no avanza nadie hasta el techado de aquella gasolinera que está a 100m?” jajaja, imaginaos las caras cuando les rebaso y me voy directa a la gasolinera a resguardarme… todos detrás de mi! Jajajaja, aún me estoy riendo de recordarlo!.
En fin, después de pasar un rato al resguardo secándonos, hacemos la foto tonta de rigor para el recuerdo, y esperamos a que llueva menos para continuar. 
En breve seguimos el camino, y aunque el cielo amenaza con regalarnos otra calada, la 
conseguimos evitar.


Cerca de Melk el Danubio ya vuelve a ser muy ancho, y se empiezan a ver grandes embarcaderos donde paran los cruceros. Al llegar vemos que no hay camping en sí, sino pequeñas zonas de acampada. Estamos hoy un poco hartos de mojarnos y es pronto, más o menos las 13h, así que visitamos Melk y nos pensamos si continuar unos Km más o hacer noche en cualquier hotelillo, que hay muchos.


El pueblo de Melk es pequeño, aunque tiene su encanto, pero lo má destacado es que tiene una abadía impresionante sobre la colina que tiene casi la misma longitud que el pueblo.

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Nos acercamos a la oficina de turismo, donde nos dan una lista de los alojamientos con sus respectivos precios, vemos que son asequibles y creemos que la abadía va a merecer la pena, así que nos quedamos en Melk. Nos ha llamado la atención el hotel Café Central, que está en la entrada de la calle principal. Buscamos la recepción del hotel, pero sólo vemos la cafetería en sí. De buenas a primeras sale una de las camareras interesándose por lo que buscábamos, y en efecto, no hay recepción del hotel, te abren la habitación ellas mismas! Jeje. En esos momentos Ismael y yo nos miramos con cara de pensar… a ver dónde coño nos estamos metiendo… pero nos ofrecen ver la habitación y que decidamos. Atravesamos un pasillo que separa la cocina de la cafetería-restaurante, y subimos a la primera planta. La habitación está muy bien, muy limpia, con su baño en condiciones… así que nos la quedamos.
Guardamos las bicis en el pequeño patio de la cocina, subimos a ducharnos, cambiarnos y picotear algo. Aprovechamos para montar un tenderete en el baño y secar la tienda, hacer la colada, etc., y justo después nos vamos caminando hacia la abadía.


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Los edificos por si mismos son grandiosos, y en algunas de las salas que se pueden visitar, de ambiente bastante moderno por cierto, están expuestas algunas reliquias religiosas, pero lo más destacado de la abadía es su enorme e impresionante biblioteca. En ella se inspiró Umberto Eco al escribir “El nombre de la rosa”, y no nos extraña para nada, es toda una obra de arte que aún es usada por los abades que viven allí.

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La iglesia también es preciosa y está muy bien cuidada, además, hacía pocos días habían colocado colgando de los techos unas coronas enormes de orquídeas de mil tipos para celebrar la festividad de San Pedro. Toda la iglesia olía que daba gusto.

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 El ticket de la abadía también nos daba acceso a los jardines, de tipo imperial, supercuidados, con sus fuentes, etc. Incluso tienen un bosque enorme al final con múltiples especies cuyo final no pudimos ni intuir.

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 La visita se ha llevado su tiempo, pero ha sido muy agradable y nos dejará un buen recuerdo de Melk sin duda.


Mientras bajamos de nuevo al centro del pueblo nos cae de nuevo lluvia fina, aquí el tiempo no se aclara, es un lío, quitándote y poniéndote ropa todo el rato,  no sabes si abrir o no el paraguas… Encontramos un spar enorme cerca de la oficina de turismo y entramos a comprar provisiones para cenar y desayunar con nuestro hornillo.

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Tras un último paseo a pie por las calles empedradas de Melk nos metemos en la habitación, y vamos pensando en cenar, que hay hambre. Desde luego nos hemos acostumbrado muy bien a los horarios europeos jeje. 

Después de recoger todo lo que teníamos tendido, que ya estaba sequito, sacamos los cacerolos para hacer la cena y… ostiá! Las cerillas!, Ismael se las había guardado en un bolsillo del pantalón cuando recogió esta mañana, y después de los aguaceros que nos habían caído ni os cuento cómo estaban las cerillas… Isma probó una por una rezando porque alguna estuviera seca, pero no hubo manera. Además, ya habían cerrado el supermercado, así que tenía que encender alguna como fuera!!. Al final recordó haber visto una suelta en el rackpack donde lleva las cosas de comer, y milagro!! Prendió!! Y pudimos hacer la cena jeje.
Con la barriga llena estuvimos un rato tumbados en la cama leyendo hasta que se nos cerraron los ojos, Ismael su libro con el que llevaba cargando todo el viaje, y yo la guía del Danubio, que me explicaba lo que íbamos a ver en los siguientes días… y… hasta el día siguiente! Qué bien se duerme después de unos cuantos Km en bici oiga!!.

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