miércoles, 14 de septiembre de 2011

21 Julio 2011: Linz – Mathausen – Grein (65Km aprox)

El día se levanta de nuevo gris y con lluvia fina. Desayunamos con los víveres que compramos en un supermercado de Linz ayer, y acabamos recogiendo como siempre, por partes para que no se moje nada. Al final parece que para un poco de llover, e Isma puede guardar la capa externa de la tienda húmeda pero no chorreando mientras yo me he llevado las cosas a los servicios para que estén bajo techo.
Comenzamos la parte “cultural” de las vacaciones. Cogemos el carril del Danubio y abandonamos Linz y su tejido industrial de las afueras.

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El carril va ahora paralelo al danubio durante unos cuantos Km, hasta que nos desviamos para subir a la colina donde se encuentra el campo de concentración de Mathausen. Para subir hay dos caminos, uno más corto pero con una rampa del 14%, y otro que da un rodeo pero que asciende con menos desnivel. Nosotros optamos por éste último. 



Llegamos a los muros y aparcamos las bicis en la puerta. A la derecha de la muralla hay un edificio moderno donde suponemos que venden los tickets para entrar, pero nos cuesta encontrar la sala exacta porque al inteligente del arquitecto no se le ocurrió una señalización más clara. En ese edificio se proyectan películas relacionadas con el exterminio nazi, etc.
La entrada del campo en sí está justo donde hemos aparcado las bicis, en el otro extremo del muro, pero tampoco está indicado claramente.

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Dentro, visitamos los barracones donde estuvieron recluidos aquellos pobrecitos hombres, mujeres y niños. Entramos también en las cámaras de gas, en los hornos crematorios, las salas de disección de cadáveres, los campos de reclusión en cuarentena tras los experimentos con humanos, el campo de ejecución, las vallas, etc. Como se puede suponer, todo es sobrecogedor, aunque a nosotros nos impresionó más el museo judío de Berlín, que a pesar de ser un edificio moderno, conseguía transmitir la angustia del tema perfectamente. 

Por todos lados hay placas que recuerdan la tragedia, incluso en la entrada hay un muro donde pone el número de personas que murió de cada nacionalidad en aquel horrible lugar.

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Tras la visita, que se lleva fácilmente una hora, cogimos de nuevo nuestras monturas, y después de divisar el Danubio desde lo alto de la colina, nos disponemos a bajar al carril. Por el camino nos encontramos a nuestros compis de acampada que suben caminando y empujando sus bicis cargadas hasta los topes por las rampas del 14% (qué burros!!!).
Unos Km más adelante un cartel nos avisa de que hay que desviarse del camino un trecho  debido a un desbordamiento y a una zona en obras. Cogemos el desvío, pero a Ismael le da la impresión de que nos estamos separando demasiado de la ruta y decide diseñar su propio desvío… un poco atropellado, porque nos tocó atravesar también una zona en obras incómoda para rodar, pero bueno. Enseguida nos juntamos con todos los alforjeros que habían seguido el desvío indicado en la ruta, jeje, así que en realidad incluso hemos perdido un poco de tiempo con respecto al resto del grupo ;)
Llegados a este punto comienza más claramente la carrera de los autos locos, a ver quien pedalea más rápido por los caminos entre cultivos jeje. Unos y otros nos vamos dando relevos a más de 20Km/h, parece una forma de entretenimiento divertida cuando la cosa de vuelve un poco monótona!!.

Según nos acercamos a Grein vamos viendo de nuevo mucho bosque, y el río se va encajonando dejándonos una imagen preciosa por delante.

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Llegamos al camping de Grein, y como parece que hoy somos los primeros elegimos sitio de acampada. Ya vamos aprendiendo de “los meseros”, no vemos mesa, pero nos agenciamos un banco de madera que hemos visto en una parcela contigua. Plantamos la tienda al solecito y dejamos la casita preparada. Mientras nos damos una ducha van llegando el resto de alforjeros, los de la niña-máquina, los de la tienda enorme, los del menaje pesado… y los meseros, que otra vez han sido más avispados que nosotros y han conseguido no sólo otro banco de madera, sino una mesa y hasta una sombrilla!! Venga 

yaaaa!!!!

Ya cambiaditos y habiendo repuesto fuerzas nos vamos a ver el pueblo, que aunque pequeñito es bastante pintoresco con sus calles empedradas y su castillo en la colina. Vamos cargados con los chubasqueros y el paraguas, pero sorprendentemente sale un sol fabuloso, se despeja el cielo y nos deja pasear tranquilamente.

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Subimos hasta el mirador del castillo, desde donde se aprecian unas vistas preciosas del Danubio y de los bosques. Allí, en un banco, jugamos un rato con un gatillo que se nos ha acercado, y aunque somos más bien perreros el tío se hace querer jeje.

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Vamos teniendo hambre, así que pasado un rato nos volvemos al camping pensando en hacer la cena. Bajando la calle encontramos un spar, así que compramos para el desayuno del día siguiente, bebida, yogures, y unas pedazo de salchichas para acompañar a la pasta que toca hoy. 

Tan contentos llegamos a nuestra pequeña tienda de campaña, y hacermos por sacar el hornillo, la cacerola, etc. Isma está entusiasmado porque por fin va a poder estrenar su hornillo hiperligero, y se va acoplando las cosas en el banco de madera mientras yo tiendo las toallas en la cuerda que hemos puesto.
De buenas a primeras el cielo se empieza a cerrar de nuevo, y me empiezan a caer dos gotitas… digo “uy uy… me da que no voy a tender, vamos a llevarnos las cosas a la mesa techada que hay al principio del camping o bajo el tejado del edificio de los baños”... y no da tiempo nada, me lanzo dentro de la tienda cual Casillas intentando parar un gol, esperando que Isma haya salido pitando a un sitio techado… pero no, dice que se ha empeñado en hacer la cena y que total, ya está calado, así que ahí que se queda el tonto bajo el chaparrón, en su banco de madera, con la cazuela cociendo y el hornillo encendido. Cómo sería la que cayó que en cuestión de minutos se hizo una balsa de agua bajo la tienda entre la rafia y la tela del suelo. Menos mal que no caló, pero me tocó sacar el agua de debajo toda agobiada como buenamente pude.

Cuando la cena estuvo preparada, cogí el paraguas y nos fuimos a cenar a la mesa con tejado de la puerta del camping. Al rato paró de llover, pero sólo el tiempo justo para poder ir al baño, lavarse los dientes y limpiar los cacharros de cocinar. Otra noche más que nos acostamos pronto, rezando para que no nos cayera otro diluvio universal.

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