sábado, 7 de agosto de 2010

20 Julio 2010: SCHÖNAU-DONAUESCHINGEN: 80 KM

Nos levantamos pronto, la tienda está bastante mojada por fuera debido al rocío de la madrugada, así que entre que se seca al sol y recogemos al final se nos va la hora demasiado, pero en fin, no era plan guardar la tienda calada el primer día. Retrocedemos unos 500m desde el camping hacia el pueblo y desayunamos tras un atraco al supermercado de turno. Al final acabamos saliendo sobre las 10h, tarde para la etapa que nos esperaba, la más dura del viaje, pero bueno, tira millas.
Tras unos primeros 5 Km llanos comenzamos a subir el puerto que nos llevará a Feldberg, el punto más alto de la Selva Negra con sus 1493m. Rodamos por caminos asfaltados, subiendo sin parar unas veces con más y otras con menos pendiente, durante unas dos o tres horas, perdí la cuenta porque el paisaje me embobaba, lo reconozco.


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Mucho tiempo se sube tan a gusto a la sombrita de esos pinos impresionantes, con el río a la vera y agua fluyendo por todos lados. Todo es de un verde fosforito precioso, aunque la verdad, mis Pirineos son igual o más bellos que la Selva Negra, las cosas como son ;).




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En la parte más alta encontramos ya los telesillas y casetas de madera tipicos de las estaciones de esquí. Crecen flores malva por todos lados.


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Seguimos por pistas ahora de tierra hasta cruzarnos con la carretera que lleva a los coches a lo alto del puerto, y nos disponemos a bajar hacia el lago Titisee y Neustadt, otros de los atractivos veraniegos de la zona.


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Paramos un rato frente al enorme lago para reponer fuerzas a base del queso curadito y el salchichón que Ismael carga en sus alforjas (y qué bien nos vinieron), y seguimos rodando. Aún nos faltaban algunos Km planos más y un par de tachuelas importantes.


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La primera tachuela comienza al poco de dejar el pueblo, y sube sin piedad con sólo un par de curvas en el camino. Nos rodea mucho verde y mucha granja, nos jalean las vacas y algunos patos y gallinas de vez en cuando. Hace mucho calor y llevamos agua recalentada. En una de las granjas, tan adornada que parecía la casita de Hansel y Gretel , encontramos un abrevadero superlabrado con su fuente de agua potable fresquita… nos supo a gloria!!!, y nos sirvió para llenar botellas y refrescarnos.


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El camino seguiría subiendo después con la misma dureza durante unos cuantos metros más. En la cima de la puñetera tachuela, que se me atragantó enormemente, había un banco a la sombra de un enorme árbol que para mi fue un refugio inmejorable, menudas vistas. Entonces me vino el primer bajón rutero… con lo bien que había conseguido superar el puerto de Feldberg… en ese punto me vine un poco abajo. Nunca he tenido buena cabeza… y sólo pensaba que aún me quedaban unos 30 Km más hasta el punto de destino y al menos otra tachuelita (que luego serían 2, aunque la última muy corta). Me repuse un poco y seguimos adelante.


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La segunda tachuela llegó pronto, creo recordar que sobre el Km 52 o 53 de la ruta, y aunque también subía lo suyo era bastante más llevadera que la primera. La última tachuela era un rampón recto, pero muy cortito, así que lo pasamos como pudimos y después comenzamos a bajar Km y Km por pistas de tierra hasta Donaueschingen, a donde llegué ya al borde de la pájara.


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Recuerdo que buscando la fuente donde nace el Danubio me senté un momento en las escaleras de la Iglesia y ya no me pude levantar en un rato. Mi mente no conseguía reaccionar, sólo le pedía una barrita a Ismael desesperadamente y descanso. La barrita me dio algunas fuerzas para afrontar los últimos 6Km hasta el camping Riedsee.
El carril bici continuaba y nos llevó a una pista que nos dejaría en el camping, no sin antes darnos mil rodeos para sortear la autovía y la vía del tren.
Llegamos al camping justo antes de la hora de cierre de la recepción, y una hora antes del cierre de la cocina del restaurante, así que montamos la tienda Express y nos fuimos a llenar el buche lo primero, que después de 80Km y unos 1600m de ascensión acumulada estábamos muertos.
No acertamos mucho en el restaurante, pero es que con las cartas en alemán era echar la cosa a suertes. Nos comimos una ensalada y unas salchichas pequeñitas para lo que nos esperábamos de la zona, pero terminamos con unas copas de helado de aupa.
Finalizamos el día con una buena ducha y enseguida nos fuimos a dormir, estábamos rendidos.
Yo recuerdo la felicidad de creerme haber podido rodar esos Km, aguantar ese tiempo sobre la bici y superar ese desnivel. Mi reto personal en este viaje era superar ese día, y quedé muy contenta, aunque agotada.


A partir de este punto dejaríamos la Selva Negra atrás para comenzar el carril del Danubio hasta Passau.

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