domingo, 11 de diciembre de 2011

26 Julio 2011: De Viena a Bratislava, 70Km… y llegada milagrosa a Budapest


Una vez más el día amaneció gris. Desayunamos pronto y nos pusimos en marcha. Abandonamos definitivamente Viena aprovechando las primeras horas de la mañana para visitar el parque donde se encuentra la estatua del Beethoven dorado, al que por cierto le habían cambiado de sitio por reformas. Ello dio pie a alguna foto divertida jeje.

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Salimos de Viena atravesando el Pratter y viendo su noria; es una mezcla muy antigua entre el Retiro o Casa de Campo, verde por todos lados. Es un pulmón donde la gente hace ejercicio e incluso se pasean a lomos de caballos.
Haciendo uso del GPS llegamos al puente que cruzaba el Danubio, y desde donde puedes poner rumbo a Bratislava por cualquiera de sus orillas. Nosotros decidimos cruzar el puente y rodar por la izquierda. La extensión de Viena es enooorrrrmeeee, tardamos unos cuantos Km en dejar de ver los alrededores y la zona industrial.

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Hasta Bratislava tomamos “la recta infinita”, una senda elevada que atraviesa un parque natural sin tomar ni una sola curva, en serio, qué cosa más aburridaaa!!!!. La senda está elevada porque el Danubio llega a inundar todo lo de alrededor, y viendo la vegetación y los árboles enormes que había cuesta imaginárselo.

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Rodamos Km y Km reeeeectoooos y aburridos haciendo piques entre nosotros intentando huir de la tormenta que nos venía amenazando todo el rato… y claro, con la senda elevada y ningún sitio donde resguardarnos, nos calamos de lo lindo durante un buen rato. Tras parar, con el viento y la velocidad de vértigo que llevamos en esa recta infinita, nos acabamos secando más o menos rápido, y paramos en una mesa y asientos hechos con tocones de madera a un lado del camino a picotear algo.
Ya en las cercanías de Bratislava bordeamos algunos campos de cultivo y divisamos el Castillo y el casco antiguo a lo lejos.

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Entrando a la ciudad empezamos a tomar conciencia de que Eslovaquia no es Austria… la ciudad se nos presenta caótica desde un principio.
Como nuestro plan es aprovechar unas horas para visitar la ciudad antigua y coger un tren a las 19:45h con destino Budapest, dedidimos acercarnos lo primero hasta la estación de tren para comprar los billetes. Éstos sólo se pueden conseguir desde Eslovaquia, no dejan reservar ni nada desde cualquier otro lugar según nos informaron vía email, así que nos la jugábamos un poco en ese sentido ya que sólo podíamos viajar con nuestras bicicletas en ese tren.
Para llegar a la estación de tren tuvimos que subir por una avenida con un tráfico horroroso, donde se mezclan claxones, coches antiguos, motos, y tranvías viejos. Circular por la calzada resulta muy peligroso, así que lo hacemos por la acera cuando podemos. También rodamos por algunas calles empedradas de la zona antigua, que rozamos de refilón.

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Un poco nerviosos, y después de unos 70Km, llegamos a la estación, y toda decidida me voy a comprar los billetes del tren…
Yo: Hello, could you give me two tickets to Budapest?, We travel by bike please.
Eslovaca con cara de pocos amigos: NO.
Yo: No? Why?
Eslovaca con cara de pocos amigos: NO. INFOMATION! (dándome la órden con el dedo apuntando a lo lejos…)
Nos vamos a la oficina de información con cara estupefacta por los modos que se ha traido la tía, y entramos preguntando si alguien habla inglés, porque de las taquilleras ninguna, o no han querido…. Y nadie habla inglés. En el centro de información de la principal estación de tren de la puñetera capital de Eslovaquia nadie habla ni papa de inglés!!!!. Me parece alucinante.
Total, intentamos pedir los billetes con bici a las dos mujeres de información a ver si nos conseguían explicar algo, y a la conclusión a la que llegamos fue que ya estaban todas las plazas para bicicletas ocupadas y por eso no podíamos viajar en el tren directo a Budapest. Sin más solución y con cara estupefacta salimos de la oficina. Nos quedamos en la puerta intentando barajar posibilidades para llegar a Budapest… la opción de coger una multicombinación de trenes regionales la teníamos desestimada porque según habíamos investigado por internet antes de emprender el viaje nos suponía unas 9h de viaje. El autobús es barato, unos 6 euros, pero no nos permite llevar más de un bulto y nos exigen llevar las bicicletas desmontadas y embaladas si es es queda sitio en el maletero del mismo para poder transportarlas… así que también lo desechamos de momento. La única opción que nos quedaba era ir en taxi hasta Budapest, 300Km… lo que suponía encontrar un taxi donde nos entraran las dos bicis (y con los coches de los años 80 que estábamos viendo lo teníamos chungo) y pagar una pasta por ello… una faena vamos. Hacer esos 300Km en bici nos suponía perder la reserva del hotel de Budapest y no ver ésta ciudad, porque podríamos llegar justos para coger el avión de regreso, así que no era una opción discutible.
Discutiendo las posibilidades salió a buscarnos de la oficina una de las mujeres. Por gestos y como los indios nos intentaba explicar un modo de ir a Budapest en tren que se le había ocurrido, tomando trenes regionales donde podíamos llevar las bicis sin problemas. En un trozo de papel nos escribía nombres de pueblos por donde quisimos entender que teníamos que abandonar los trenes. Los nombres eslovacos como cualquier palabra de su alfabeto a nosotros nos resultaba un jeroglífico, imagináos. Total, que según entendimos por gestos, en el segundo pueblo teníamos que bajarnos, rodar no sabíamos cuantos Km en bici en dirección al Danubio, atravesar un puente y entrar por ahí a Hungría, de manera que llegáramos al primer pueblo para coger desde allí el tren que nos dejaría en Budapest.
Esto leyéndolo ahora resulta mu fácil, pero os puedo asegurar que cuando te estás comunicando por gestos y con el lenguaje de los indios, no sabes si has entendido bien o mal, y te planteas coger dos trenes y rodar en bici no sabes cuantos Km más hacia no se sabe donde para coger un último tren a tu destino, la cosa resulta muuuuyyy agobiante. Tanto que yo entré en shock, no podía dejar de temblar y no era capaz de pensar con racionalidad. Lástima que perdiera el papelito al final del viaje, porque era para habéroslo puesto escaneado jeje.
La cosa se complicó cuando nos dimos cuenta de que encima los pueblos donde nos teníamos que bajar en nuestra combinación de trenes, eran paradas intermedias de unas líneas infinitas de las que sólo podíamos ver las paradas de inicio y finales.
Total, hice un segundo intento, en una taquilla diferente a la anterior, de comprar los billetes hasta esos pueblos intermedios… nada, de malos modos me vuelven a decir que NO! Y a indicarme INFORMATION!... pero estos eslovacos son estúpidos o qué???, qué bordes!!! Vaya modos!!!.
Mi estado de ansiedad se agravaba por momentos… menos mal que Ismael controlaba sus nervios!!. Isma tuvo la idea de probar a ver si había wifi en la estación, aunque con unas instalaciones tan antiguas teníamos nuestras serias dudas… pero bingo! Hay internet!!. Gracias a eso y a pasar al menos hora y media investigando lineas de tren conseguimos averiguar qué trenes pasaban por los pueblos a donde necesitábamos ir, y por fin pudimos comprar los billetes. No pudimos ver Bratislava porque tuvimos que partir de inmediato, sólo teníamos dos horarios donde elegir. Ahora quedaba ver cómo resultaba la cosa, que ya de por sí era un nuevo reto.
Enseguida encontramos el primer tren que teníamos que coger, un tren viejo y alto de aquellos larguísimos de época. Buscábamos el vagón de bicis recorriéndonos todo el tren, pero no existía claro. Un chico se asomó a unas de las ventanas del tren y nos soltó varios comentarios en eslovaco riéndose de nosotros… suponemos que el tío pensaba “dónde narices irán éstos extranjeros con las bicis…” El chico se puso a hablar con una revisora que pasaba por el andén y nos indicó que fuéramos al final del tren (o eso le entendimos…). Al llegar al final del tren ya había una bici ocupando la parte final del mismo, pero intentamos aparcar nuestras monturas allí, ante lo cual salió el dueño echando pestes en eslovaco para que no subiéramos en su vagón… otro subnormal, en fin, quiero salir de este país ya!!!!.
Quedando apenas un minuto para la salida del tren optamos por subir a cualquiera de los vagones con bicis y todo. Las acoplamos en la puerta del baño y nos sentamos en una de las cabinas. Eran ya casi las cinco de la tarde cuando sacamos el embutido en el medio del vagón jeje.
El tren hacía millones de paradas, la mayoría de las veces en pequeñas estaciones e incluso apeaderos donde no se veía el cartel del pueblo. Cuando se iban acercando las paradas, eran anunciadas en eslovaco por la megafonía del tren, pero entre que se movía como un garbanzo en la boca de un viejo, que sonaba a chatarra como una feria, y que no entendíamos ni papa por esa megafonía de caca, no sabíamos dónde estábamos. Además, las paradas eran de milisegundos, así que habría que estar atentos.
Menos mal que Ismael sacaba el GPS de vez en cuando para ver el mapa real de por dónde íbamos pasando, si no aún estamos esperando a bajarnos en la parada correcta.
Según la fecha del GPS se acercó a Nôve Zámsky (o algo así), nos preparamos para bajar pitando del tren. Nada más bajar, nos vienen de frente dos policías hablando a voces hacia nosotros… “¿y ahora qué hemos hecho?”; como podemos les entendemos que nos están preguntando que hacia dónde vamos, les pregunto si hablan inglés y dicen que nanai, así que poca ayuda vamos a tener pienso yo… como los indios una vez más les decimos que buscamos el tren a Storovo (o algo así… jeje), y nos indican el andén del intercicy que va a Budapest (y donde no podemos viajar con las bicis como nos pasaba en Bratislava). Yo sin querer sigo hablando en inglés…. Y resulta que de vz en cuando el policía más joven me habla en ingles!!! Pero será capullo!! Si me dijo que no sabía!!.
Al final nos indican el andén del regional que va a Storovo, pero para llegar a él nos tocaba pechada de escaleras con todo al hombro una vez más, bajar a comprobar el andén correcto y volver a subir al mismo. Los polis siguen hablando entre ellos en eslovaco, y entendemos que el viejo le pregunta al joven si nos permiten cruzar las vías para no tener que pegarnos la paliza de escaleras con todo a cuestas… pero el cabrón del poli joven se niega mientras se ríe, y queremos entender que incluso dice “que se jodan” jajaja, ya estamos de malas y nerviosos, y entendemos todo mal sí jeje.
Una vez comprobado el andén correcto, trepamos mogollón de escaleras con toda la carga hasta llegar al tren. Arriba nos encontramos con un revisor viejete y gordo, al que le preguntamos por el tren a Storovo y nos indica que estamos en el sitio correcto señalando el tren que está parado justo enfrente de él…. Entonces… flipamos, el viejo tren consta de máquina y un vagón jajajaa, ¿pero a dónde vamos a ir a parar? Jajaja.
Isma sube al vagón su bici y su carga, mientras yo… lo intento, pero estos trenes son altísimos y llevamos peso, así que casi me caigo para atrás!. Encima el revisor le dice a Ismael que me ayude!!! … y yo me parto, el tío mirando sin hacer por ayudarme y encima échandole la bronca al pobre del Ismaelito jajaja.
Al fin nos sentamos, y pasamos unos cuantos Km en el lentísimo tren de los años pum… vamos, que le faltaba ser de vapor jajaja, de traca.

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Ahora sí que sólo para en apeaderos en medio de descampados… se pierden los andenes y las marquesinas… ya sólo se ven un par de raíles en medio de la hierba jajaja. De nuevo tenemos que hacer uso del GPS para saber cuándo nos acercamos a Storovo, pero de momento tenemos pilas y la cosa nos ha funcionado. Abandonamos el tren en la parada correcta, y… tardamos un poquito en averiguar qué dirección seguir ahora… hacia el pueblo y el puente que cruza el Danubio hacia Hungría!!!. No sabemos cuántos Km tenemos hasta el pueblo, pero una vez encontrados y rodando unos 6 Km llegamos sin problemas al mismo por una carretera comarcal. Atravesamos el pueblo por su calle central, y seguidamente encontramos al final del mismo el famoso puente del Danubio!!. Es un puente enorme señalado como frontera entre Eslovaquia y Hungría, y mientras lo atravesamos vemos al fondo y en lo alto de una colina una enorme construcción religiosa, con una cúpula gigantesca. Es la Basílica de Esztergom, donde se bautizó el primer rey de Hungría. El Papa la ha visitado recientemente. La verdad es que impresiona tal construcción en medio de esos pueblicos.
Parece que de momento las indicaciones que nos dió la mujer de información nos están llevando a donde queremos, así que sólo nos queda encontrar la estación de tren de este primer pueblo húngaro y comprar los billetes hasta Budapest.

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Para variar, la estación está alejada del centro del pueblo. Entonces nos damos cuenta de que no llevamos dinero cambiado… ni un florín aún, pues pretendíamos cambiar directamente en Budapest al llegar… así que esperemos que se pueda pagar con VISA porque si no…
Esta vez tenemos suerte y podemos comprar los billetes sin problemas. La mujer de la taquilla alucina un poco al vernos, pero hace por entender a Ismael y nos los vende indicándonos la hora a la que pasa y todo, qué gusto que te quieran ayudar por fin!!.
Isma se queda con las ganas de subir la colina para ver más de cerca la Basílica y el casco antiguo, pero yo es que ya sólo puedo pensar en subirme a ese último tren y ver como llego a Budapest sin más dificultades. Aún estoy temblando de lo nerviosa que llevo todo el día, y el cansancio me empieza a pasar factura.
Descansamos un poco sentados en el andén, y pronto vemos que viene un tren nuevecito con su espacio para bicis y donde entendemos lo que dicen por megafonía! Lo traducen incluso a inglés!. Parece que Esztergom es un pueblo importante sí!.
Unas horas más tarde y ya de noche, llegamos a la estación de tren de Budapest Nyugati. Nuestro tren debe estar justo enfrente de la misma… y así era, pero para poder cruzar la gran avenida tuvimos que poner las luces y dar una vuelta de unos dos Km aún. Las calles que no son grandes avenidas están a oscuras, y cuando vemos el edificio del hotel no sabemos si salir corriendo jeje. Menos mal que ya habíamos leído por internet que el aspecto externo del edificio no tiene nada que ver con el interior y la calidad del hotel. Parecía una vieja fábrica con fachadas grises y sucias, y del hotel sólo se veía la puerta con la indicación del mismo, que era el acceso a un hall vigilado con cámara.
La recepción del hotel está en la tercera planta, así que pasados unos minutos Ismael baja ya con la llave de la habitación todo contento. Nos indican que dejemos las bicicletas en el hall, que lo vigilan las 24h con la cámara y no hay problema, pues son ellos mismos los que abren la puerta del hotel.
Subimos… y la habitación está fenomenal, es bastante grande, con todo muy limpio y wifi! Jeje. Por fin dejo de temblar, y estoy agotada, menudo día de aventuras. Ya es tarde y todo es muy oscuro por las calles, así que bajamos a buscar algún sitio para tomar algo pensando en regresar enseguida, darnos una buena ducha y dormir como niños pequeños. En un principio pensábamos que lo más fácil sería volver a la estación, donde habíamos visto algún burguerking. Para cruzar la avenida teníamos que hacer uso de los pasos subterráneos, donde encontramos otros burguerking, tiendas, etc. Cenamos pronto y barato, y regresamos al hotel como teníamos pensado. Mañana sería otro día… ya de relax en nuestra última ciudad a visitar, Budapest, donde pasaríamos dos días.