viernes, 31 de octubre de 2008

Historia de cómo me enganché a la bici...

En la vida he hecho muchos deportes, baloncesto, tenis... y nunca le cogí el gusto a la bici....cada vez que me intentaba hacer más de dos km acababa maldiciéndola, que si el cambio no cambia, que si me hago daño en el culo (y lo que no es el culo), que si me duelen las muñecas con los baches, que si sufro mucho y no consigo nada...
Lo mio fue así hasta hace tres años que me propuse intentarlo un poco más en serio, a ver si conseguía cogerle el gusto al ciclismo.
Mi pareja siempre le había dado a la btt, y la cosa además le veía de familia, y si yo conseguía disfrutar con la bici, me podría permitir disfrutar más de su compañía, además de disfrutar del monte recorriendo más km que andando; siempre me ha enganchado la montaña.

Hace unos años Ismael (iogrea) conoció a unos chicos (y no tan chicos) en este foro, y volvió a salir con la bici (pues la aparcó un tiempo por no conocer a gente con la que compartir aficción y amistad). Yo por aquel entonces aún no había empezado a montar, pero le veía feliz, le veia disfrutar, y él me animaba a intentar engancharme al ciclismo, para compartir eso que para él es tan importante, supongo. Conocí a la gente con la que montaba en bici él, un grupo de Re-enganchados al ciclismo por diferentes motivos, unos cachondos muy diferentes entre sí, en cuanto a edades, nivel de vida, nivel de barriga... jajaja, y entre los ánimos que me daba Ismael para engancharme a la btt, y lo que me reía con esta gente, decidí intentarlo a ver si me lo conseguía pasar tan bien encima de una bici...y lo primero que hice fué ponerle un sillín de chica a mi bici del hipercor (pensé: el culo por lo menos que no me lo destroce...jeje)
Durante un tiempo hacíamos pequeñas rutas en pareja nosotros, de escaso desnivel y técnica. Aún recuerdo la matada que me suponía hacer 15 km por las pistas sureñas cercanas a mi casa. Me seguía pareciendo que el ciclismo no era lo mio, que se sufría demasiado, y no me terminaba de gustar... pero seguí saliendo y haciendo cosas fáciles. Llegó un momento en el que empecé a unirme al grupo en alguna salida más o menos asequible para mi, normalmente en alguna quedada de "La casa de la Cueva", un albergue en la sierra madrileña donde nos juntábamos ocasionalmente y donde solían hacerse dos grupos para que los paquetes hiciésemos lo más fácil de las rutas. En estas reuniones conocí a las mujeres y novias de muchos de estos amigos, e intenté animarlas a montar en bici, consiguiendo compartir algunas rutas con algunas de ellas además de con los chicos. Invertí lo que era un dineral para mi en una bici, una orbea de 600 eurazos!!!, y descubrí que una amortiguación delatera mejor que las del carrefour podía hacerme disfrutar un poco más jeje. Con el tiempo, por unos motivos u otros, me quedé "sola ante el peligro" jajaja, ya no salía ninguna chica. Decidí seguir saliendo con el grupo de hombretones algunos días, para no ser demasiada carga o al menos no sentirme así. Se esperaba a los lentos sin protestar demasiado en serio, siempre había palabras de ánimo y risas, no existían las prisas y sí bonitos paisajes. Poco a poco fuí consiguiendo hacer rutas un poco más duras a nivel físico y técnico (a estos les gustan más las piedras que a un tonto un caramelo...). Algo me hizo mejorar poco a poco, pero sobre todo bajando... supongo que el no tener demasiado miedo, y sí mucho atrevimiento, (Adoro la adrenalina y los deportes de riesgo, que le vamos a hacer, así es mi media neurona...jajaja). Durante un año entero o más seguí odiando subir, maldiciendo el sufrimiento y el quedarme siempre la última, agobiada porque retrasaba demasiado al grupo, aunque nunca hubo una mala cara conmigo. Nunca mejoraba subiendo.... pero claro, para bajar hay que subir, así que no me quedó más remedio que aprender el gusto por clavar mis prominentes piños en el manillar, agachar el lomo y apretar el culo para llegar arriba. Con mucho esfuerzo conseguía no quedarme muy lejos de los últimos del grupo, y con eso me empecé a conformar.
Con el paso del tiempo, me convencí que me gustaban las piedras a mi también, y que me estaba haciendo adicta a la adrenalina en las bajadas... así que me compré una bici doble para facilitarme tragar piedras, ya que mi técnica no me libraba de caidas, así que mientras intentaba mejorar técnica al menos disfrutaba aún más bajando. Mi cuadro fué un ofertón de un chico del foro, aún tenía las pegatinas. Encontrar un cuadro talla S lo sufientemente pequeño y cómodo para mi tuvo miga, sobre todo porque necesitaba algo económico. Ismael me montó la doble por piezas, y me quedó una bici chulísima....y la cagué!! jajaja, cuando probé la doble ya no quise cambiar a la rígida nunca más jeje. Vinieron las rutas endureras de Hoyo de Manzanares, el descubrimiento de la belleza de la Sierra Madrileña, el verano de novata con los reenganchados en Les Deux Alps (únicamente bajando senderos con mi rígida a cuestas jajaja), y sobre todo mi primer verano en pareja en los Pirineos haciendo rutas en bici, algo que para mi era impensable. Creo que allí descubrí lo bonitas que pueden ser las subidas, sobre todo si luego encuentras unos paisajes espectaculares y unas bajadas disfrutonas. Fuí conociendo a gente de todas partes gracias a las quedadas de este foro, gente muy noble y sencilla, buena gente que te abren las puertas allá donde vayas y que no pide nada a cambio, y gracias a esos detalles casi siempre fuí recorriendo sitios de España con la bici: Zaragoza, Huesca, Navarra, Galicia, Extremadura... eso fué en 2007.
Después de todo esto, conseguí mejorar un poco, y aunque sigo siendo muy mala sobre todo subiendo, decidí tomarme las cosas con tranquilidad y dejar de agobiarme porque me esperen, disfrutar de las subidas, asumir que tengo mi ritmo lento pero constante subiendo, y pasarmelo pipa bajando. Este año repetí veraneo en el Pirineo, y ahora puedo decir que he mejorado desde que empecé hace tres años, y que ahora disfruto mucho más de las rutas, quizá porque sufro algo menos jeje y me tomo las cosas con tranquilidad. Ahora puedo decir que monto en bici porque me gusta a mi, además de compartir experiencias con mi pareja. Me he hecho adicta a los paisajes de ensueño y a pasar el día como las cabras.
Casi siempre tengo momentos de bajón en las rutas, momentos de preguntarme por qué tengo que sufrir tanto, por qué sigo haciendo esperar a la gente, etc., pero esos momentos normalmente se pasan rápido cuando hay buenas vistas y bajadas, y cuando olvidas todos tus problemas y estreses en el monte.