Hoy tenemos
reserva para ver el Parlamento por dentro. Lo reservé por internet escribiendo
a una dirección de correo, que la verdad no recuerdo, pero que encontré en un
post del foro de losviajeros y en la misma web del Parlamento Húngaro.
Anotación: si no
lo reservas así puedes estar esperando una cola horas y encima no conseguir
hora o conseguirla para dentro de meses.
Desayunamos
tranquilamente que tenemos tiempo suficiente. Ya en la calle, mi maltrecha
pierna me obliga a quedarme comprando los billetes de transporte de 24h que
vamos a coger hoy para evitarme mucha caminata, pues pretendemos recorrer la
otra parte de la ciudad, Buda. Mientras, Ismael va a una tienda de bicis
cercana a ver si tiene suerte y le dan dos cajas, pero allí las tiendas son muy
pequeñas y ni siquiera se las dejan allí los distribuidores, sino en los
almacenes de las afueras de la ciudad.
Preguntamos en la
ferretería que vimos ayer, y entendernos se convierte en algo muy divertido,
porque allí nadie tiene ni idea de inglés y menos de castellano. Al menos ponen
su empeño y acabamos comunicándonos con los dependientes suficientemente en
indio jeje. Tienen plástico de bolas y un enorme rollo de film de envolver de
esos industriales, así que mañana podremos empaquetar las bicis!!, un alivio la
verdad, porque ya pensábamos que iba a ser algo muy complicado.
Tras dejar las
cosas en el hotel nos dirigimos al Parlamento. A pesar de que tenemos reserva,
los guardias nos ponen en una cola junto con otros extranjeros. Posteriormente,
nos dejan pasar a uno de los dos para recoger las entradas, y es que por ser
ciudadanos de la UE nos sale gratis. Me toca darme una buena carrera para no
empaparme, pues el perímetro de seguidas está a unos 300m de la puerta de
entrada a las taquillas.
Finalmente nos
distribuyen por idiomas, y entramos con el grupo de guía en castellano. Las
primeras salas son espectaculares. Al parecer, el edificio es simétrico en sus
dos alas, habitación por habitación, así que nos enseñarán una mientras que en
la otra el gobierno trabaja.
Me sorprende que
la cúpula por dentro no tiene la misma altura que por fuera, es mucho más baja.
El hemiciclo es
una pasada, todo dorado. Tiene algunos detalles que sorprenden, como el
apoyapuros del pasillo, y es que en la época en la que se podía fumar, cada
diputado tenía asignado un número para dejar allí su tabaco mientras estaban en
la sala.
La visita es más
bien rápida, pero nos deja buen sabor de boca por haber podido conocer ese
precioso edificio por dentro. No todos los que visitan Budapest consiguen
verlo.
Al salir buscamos el metro que nos lleva al intercambiador principal de la ciudad vieja, Buda.
Una vez allí, buscamos el tranvía que nos suba hasta el Bastión de los
Pescadores y el Palacio Real... pero nos acabamos dando cuenta de que no es un
tranvía sino un minibús el que recorre esas empedradas y empinadas callejuelas.
Para disfrutar de
las vistas a Pest desde el Bastión no es necesario pagar la entrada. Si lo
recorres un poco por fuera hacia la izquierda hay una parte donde hay un
restaurante y una pequeña cafetería por donde puedes entrar libremente.
Tras las fotos de rigor entramos, esta vez pagando, a la Iglesia de Matías. Sorprende su bonito
interior todo pintado sin azulejos ni ornamentación. Creo que el pago de la entrada
merece la pena.
Salimos y avanzamos hacia el Palacio y los Museos. Ya hay hambre, así que compramos un par de suculentos bollos rumanos en un puesto callejero, eran como de pan con
sabores, pero nos calman un poco el hambre.
Nos fotografiamos
con una bonita fuente y observamos las colinas que nos quedan al lado, entre
ellas la Gellert, famosa porque es donde se encuentra el otro balneario famoso
y porque tiene un bonito mirador.
Desde allí se
puede bajar andando, en funicular o volver al minibús. Nosotros optamos de
nuevo por éste pues paró justo junto a nosotros. Teníamos cada vez más hambre y
queríamos llegar a la zona de los restaurantes de la Vaci Utca cuanto antes.
Nos habían dado las mil, y estábamos cansados. Llenamos la barriga y decidimos ir al hotel a
tomarnos una merecida siesta, ya se nota con creces el cansancio acumulado de
todo el viaje, pues sólo descansamos en Viena.
A última hora de
la tarde salimos a dar nuestro paseo hasta el centro, y buscamos un restaurante
chulo para cenar. También por recomendaciones de los foreros de losviajeros nos
metimos en el "Fatal", un restaurante típico que estaba en un sotanillo.
Pese a lo que se pueda pensar con este nombre, el fatal es el típico plato de
madera redondo y giratorio sobre el que ponen la comida los húngaros.
Le echamos un
vistazo a la carta y nos dejamos llevar por el nombre una vez más, elegimos el
plato Fatal... y alucinamos con él.
Imagináos
nuestras caras cuando vemos aparecer al camarero con una enorme bandeja redonda
de madera con un plato de cinco pisos encima. Que recuerde, llevaba una cama de
arroz blanco, lombarda y patatas fritas, alrededor champiñones rebozados,filetes
de pollo y encima cuatro pechugas de pollo empanado en forma de pirámide. Para
coronar, una enorme salchicha con unas banderitas de Hungría!! jajaja. Menudo
festín nos dimos... porque sobró muy poquito!.
Lo gracioso es que comer en Hungría es muy barato y es rico, pero en el restaurante
descubrimos casi a las 12 de la noche que no admitían el pago con tarjetas...
upps, pues no nos quedan florines!!!. Total, que Isma se quedó de rehén
mientras que yo buscaba un cajero... que estaba a tomar...
Finalmente lo
pude rescatar, aunque ya pretendían que se pusiera a fregar platos jajaja.
Para bajar la
cena nos quedaba un bonito paseo nocturno por las orillas del Danubio. Pasamos
por delante del Mercado, atravesamos el Puente de Elisabeth (Sisí) y llegamos
al edificio del balneario Gellert.
Desde allí, recorrimos toda la orilla de Buda mientras hacíamos nuestras ansiadas fotos nocturnas. Definitivamente, es
una ciudad mucho más bonita y romántica de noche.
Lo malo es que a esas horas nos iba a costar regresar al hotel... estábamos en la otra punta de la ciudad y los transportes públicos estaban acabando su turno. Debido a obras tuvimos que llegar a toda prisa hasta el puente de Isla Margarita para poder
coger el último tranvía a Nyugati, menos mal! porque si no nos tocaban unos 4Km
más, y ya llevábamos en las piernas unos cuantos y mi maltrecha pierna
amenazaba con decir hasta aquí, qué dolores!.
Ya en la cama,
pensaba que mañana tendría que regresar a casa... qué pena!!!
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