Después de un buen desayuno en el buffet del hotel, de aprovisionarnos de nutella y de bocatas para comer, jeje, etc., nos subimos de nuevo a las bicis camino de Ratisbona. Rodamos en un claro todo el tiempo, aunque tanto por delante como por detrás nos acompañan unas nubes negras. No hace ni calor ni frío, y se rueda cómodo.
Pronto nos vamos acercando a la zona de la abadía de Welltenburg, donde el Danubio ya se ha desbordado un poco y tenemos que dar un rodeo por un desvío que han habilitado. Es impresionante lo alto que va el río, da miedo!.
En la orilla donde está la abadía nos disponemos a coger un barco que nos da un paseo por el río de unos 6 Km por 13,4 euros los dos y las bicis. Subimos a la cubierta para gozar del paisaje, que es muy bonito porque el río de nuevo se encajona en paredes rocosas.
Allí nos encontramos con una alforjera con la que nos hemos cruzado varias veces por el camino de hoy, y que resulta ser española. Nos hacemos unas fotos y vamos comentando la ruta, pero ella viaja sola… por cierto, y por si alguna vez lees esto…gracias por la foto que nos echaste a los dos juntos!!, es de las pocas que tenemos en este viaje que salimos los dos ;)
Llegando a Kelheim, nuestro destino, divisamos la bonita y brillante torre homenaje a los caidos en lo alto del monte.
Atracamos y bajamos las bicis, para ponernos en marcha de nuevo no sin antes hacer una breve visita por el pueblo.
Continuamos rodando, y al llegar a un punto cercano a Ratisbona donde la ruta nos mandaba por una carretera bastante concurrida, Ismael encontró una variante por pista estrechita de tierra muy chula y solitaria, que surcaba los praderíos verdes entre las casas y el río. Esa pista conectaría más adelante con un carril bici muy animado, donde ya nos cruzábamos con ciclistas, paseantes, runners…, que nos acompañarían el resto del camino que nos quedaba hasta el camping Azur, donde plantaríamos la tienda un par de noches.
El camping quedaba a unos 3-4 Km del centro de la ciudad, así que después de acampar y de una agradable ducha nos volvimos a subir a las bicis para ir a conocer la ciudad. Este camping es el más caro con el que nos encontraríamos, y la verdad, tampoco tenía nada de especial con respecto a los anteriores, pero bueno. Coincidimos de nuevo con el bohemio, con otro alforjero solitario que conocimos en Sigmaringen, etc. También acamparon otros cicloturistas, entre ellos un matrimonio mayorcito que iba cargado hasta las trancas con alforjas delanteras, traseras, manillar y un carrito… en el que transportaban sus dos perros!!, impresionante, eso sí, llevaban de todo jeje.
Ratisbona estaba muy animada esa tarde de domingo, había mucha gente paseando, conciertos en las plazas, una exposición de automóviles antiguos, puestos de comida y bebida en la calle… de todo. Recorrimos sobre la bici todo el centro y atravesamos el puente de piedra para hacer las primeras fotos, no sin antes pasar por el super a reponer líquidos y picar algo a media tarde.
A las 20h ya estábamos cenando, en un restaurante genial llamado “La Rive Droite” que hace esquina en la calle “drei Mohren” donde vimos que servían unos platazos de campeonato. Nos pusimos moraos a base de un ensaladón Caesar que compartimos, una superamburguesa casera para Ismael y una estupendísima lasaña para mi. No pudimos más y decidimos repetir restaurante la noche siguiente de lo bien que comimos, además, tenían wifi gratis y eso nos permitió dar las primeras noticias electrónicas de nuestro viaje, además de comunicar que mi móvil se había ahogado el día de los 60Km bajo la lluvia y estaba en la UCI…
Regresamos al camping con unas ganas de sobre… y unos cuantos Km de más, seguro que al final superamos los 100; llegamos justo a tiempo para no calarnos de nuevo, porque la lluvia volvía a entrar en acción esa noche, en la que sólo paró unos minutos, lo suficiente para dejarnos ir al wc a evacuar parte de todo el líquido que nos habíamos metido en el cuerpo jeje.
miércoles, 17 de agosto de 2011
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