miércoles, 21 de septiembre de 2011

24 Julio 2011: De Tulln a Viena, 40 Km

Hoy hemos dormido un poco más de lo habitual. El cielo está plomizo y a veces chispea pero parece que nos respeta. Desayunamos bien y tranquilamente gracias al super una vez más, recogemos todo, y sobre las 10h ya estamos dando pedales. 
Hoy nos toca etapa cortita, unos 40Km, que nos vamos a ventilar en unas dos horas. Queremos llegar pronto a Viena para poder aprovechar el día en hacer turismo, que ya tenemos ganas de aparcar la bici por un día.

Hoy no nos llueve, pero hace algo más de fresquete y a ratos vamos en manga larga. El tramo que nos queda es de carril asfaltado junto al Danubio una vez más, un poco petardillo, pero bueno.

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El único pueblo de interés que nos encontramos es Klostenrneuburg, ya a pocos Km de la meta.

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Sobre las 12h llegamos a las afueras de la enorme ciudad de Viena, donde se encuentran los embarcaderos de los ferries, etc. A partir de allí comienzan a salir ramales de carriles bici en todas direcciones, y observamos que nos vamos metiendo en el caos que conllevan las grandes ciudades.
Gracias al GPS seguimos el carril adecuado, que sorprendentemente tiene una infraestructura de la leche, yendo por debajo de una maraña de autovías junto al río.
Pasamos por delante de la torre de comunicaciones y de un edificio modernista, ambas cosas diseñadas por el famoso arquitecto Hundertwasser, cómo me gustan esas formas y  ese colorido que le caracteriza!!.

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Unos Km más adelante aparecemos en el Ring, la famosa avenida principal de Viena, donde se encuentran la mayoría de los edificios importante. Rodar por las calles entre coches y tranvías nos resulta un poco intranquilo, pero ya nos queda poco para aparcar la bici hasta dentro de dos días. Llegamos a todo el meollo imperial, ya se ve que hay mucho turista jeje.

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Tras cruzar Karlsplatz continuamos un poco más adelante hasta Operngasse, la calle de nuestro hotel, el cómodo, funcional, céntrico y económico “Allyouneed”.
Como hemos llegado muy pronto no podemos hacer el chek-in, pero nos guardan las bicis y el equipaje sin ningún tipo de impedimento, nos cambiamos, y nos disponemos a caminar unas horitas hasta que podamos entrar en la habitación, a partir de las 15h.

Lo primero que hacemos es pasar por la Iglesia de Carlos Borromeo y por su plaza, que bien se merecen unas fotitos.

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Desde allí seguimos andando hasta el centro, que nos queda a unos 15min, y enseguida llegamos a Michaelerplatz y su edificio del sobrio Adolf Loos, arquitecto que rompió con el estilo imperial del resto de los edificios de Viena.

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Cerca queda la preciosa Catedral de Viena, una joyita por la que no cobran entrar salvo que quieras subir a la torre o entrar en catacumbas y tesoro. La torre está en restauración llena de andamios, así que pasamos de pagar.


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Nuestra ruta pedestre turística continúa por las calles adyacentes, entrando en la iglesia de San Pedro, pequeña pero con una cúpula espectacular.

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El paseo nos lleva hasta Hofburg, el Palacio Imperial de Invierno de los Augsburgo, donde se encuentran entre otras cosas el Museo Sisí y la Escuela Ecuestre Española de los caballos lipizanos, cuyo espectáculo me quedé con ganas de ver, debido al agujero en mis finanzas y a nuestro ajustado presupuesto vacacional.

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Entramos en el Museo Sisí y el Palacio, nos soplaron como 10 euros. Pudimos ver muchas de las estancias imperiales, los espectaculares vestidos, joyas, vajillas… de la aclamadísima Sisí emperatriz, todo muy bonito y bien explicado gracias a la audioguía que nos dieron gratuitamente con la entrada. La visita se lleva un buen rato.
Salimos por uno de los jardines imperiales, y escuchamos mucho jaleo, como un desfile o una manifestación, y así era, no sé qué decían pero era un grupo numeroso de turcos con sus banderas cantando cosas (debe ser el día de Turquía o algo, porque siempre nos encontramos lo mismo en las vacaciones de julio…).


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A lo lejos vemos el ayuntamiento, la Iglesia Votiva… pero ya tenemos hambre y ganas de descansar un rato en la habitación jeje.
Regresamos a patita hasta el hotel, procedemos al chek-in y por fin nos asentamos en la habitación, espaciosa, de muebles funcionales, con su baño y armario en condiciones, y una enorme pantalla plana que hasta pilla telemadrid!.

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Aprovechamos el descanso para darnos una buena duchita, llenar la panza y echarnos la siesta, que falta nos hacía entre los pedales y la caminata matutina.

La tarde aparece funesta, el cielo negro, mucho viento… y llueve! Qué raro! Jeje. Algo desanimados salimos a dar otro paseo, eso sí, abrigadillos y con impermeables. Llevamos paragüas, pero resulta un cacharro inútil con ese viento, no hay quien lo mantenga abierto. De nuevo llegamos hasta el centro, pasando por los alrededores de la Ópera (otra cosa que no nos pudimos permitir pero que tiene que estar muy bien) y del hotel-cafetería Saacher, donde hacen esa tarta tan rica y famosa. Paseamos por delante de teatros, museos, plazas muy ornamentadas, iglesias… todo es imperial en Viena, no se puede definir de otra manera. A nosotros no nos llama demasiado la atención, porque estamos acostumbrados a ese estilo en Madrid, así que tampoco nos está entusiasmando la ciudad, pero bueno, merece la pena conocerla por su grandiosidad y su historia.

Al oscurecer el paseo se vuelve insufrible, ya llevamos las piernas de los pantalones caladas, hay 13º y sigue bajando la temperatura, y un viento que molesta bastante. Un macdonalds se convierte en nuestra mejor opción, estamos de mala leche con el tiempo, cansados de tanto caminar y hambrientos, así que a las 20h ya estamos cenando y pensando en descansar en el hotel hasta el día siguiente. Un paseo nocturno no es nada apetecible en esas circunstancias, en fin.

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Andandito de nuevo nos volvemos al hotel. Pasamos un rato en el salón común (Ikea style), donde hay folletos turísticos y wifi, así que aprovechamos y ponemos al día el facebook además de dar noticias a los papis.

Ya en la habitación planeamos el recorrido turístico del día siguiente, nuestro “supuesto” día de descanso jeje, porque en realidad sólo dejamos la bici, y nos seguimos metiendo una paliza de andar como de costumbre jeje. Marcamos en el recorrido los palacios del Belvedere y el Palacio Imperial de Verano, el Schönnbrunn. Para intentar que el día no sea tan cansado decidimos comprar un ticket de un día para poder viajar en el transporte público, no es demasiado caro y se le saca partido rápido en una ciudad tan grande… y si no ya veréis la crónica siguiente jeje.

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